Ayer veía este cacharrito cuyo nombre desconozco (quizás sea un espachurrador de tubo de pasta o un exprimidor de última hora). Y pensé: creo que es una gran cualidad la de saber economizar, saber sacar el jugo a nuestros activos; el derroche jamás conduce a nada bueno, ni al pobre ni al rico. Seguramente el rico lo sea, entre otras cosas, gracias a saber aprovechar sus posibilidades.
Sin embargo, llega un momento en que la cosa no da más de sí. El tubo se vacía y no sale más. Es estupendo el aprovechar el cacharrito para exprimir lo poco (o no tan poco) que nos quedaba escondido. El problema es cuando piensas que la pasta del tubo es infinita y que sólo es cuestión de ir aplicando mejoras a los cacharritos para poder continuar viendo manar indefinidamente pasta.
Pues bien, creo que éste es el problema (uno de tantos) de nuestros gobiernos. Tenemos una situación complicada (qué manera más fina de decir que estamos con el agua al cuello)
y lo único que hacen todas las mentes pensantes es averiguar cómo podemos exprimir más el tubo. Piensan que sólo es cuestión de apretar un poco más, darle una vueltecita extra, y con eso saldrá lo suficiente para tapar el agujero.
Como he comentado, está fenomenal apretarse el cinturón. Soy el primero que he tenido que vivir estos ajustes, tanto en el plano profesional como el personal. Y creo que hay que ser muy inconsciente para no entender que la cosa está mal y hay que recortar. Y que, de una u otra manera, el recorte nos afectará a todos y a nuestro bienestar. No entro ahora en la guerra de dónde y cuánto hay que recortar porque eso daría para un libro. Lo que no acabo de comprender es cómo pueden tener nuestros políticos (todos) ese cortoplacismo que no nos lleva más que a meternos más en el hoyo (y que nos ha traído adonde estamos).
Cuando uno tiene abierto un tubo de pasta de dientes, debe saber que, si lo usa, en algún momento se va a acabar. Y si nos hemos despistado y se nos echa encima sin avisar una crisis, está bien aplicar el ya manido cacharrito para aprovecharlo al máximo, pero a la vez hay que pensar en conseguir un nuevo tubo de pasta.
El que cuando llega una ayuda de un montón de millones de euros para paliar la crisis y se destinen a estupideces y no a generar fuentes de riqueza, el que no se invierta lo poco que haya en generar empresas, en crear personas preparadas y en conseguir, por qué no, ilusión (un gran activo) es el fruto de tener en el poder a un montón de técnicos y licenciados en cacharritos, pero no verdaderos gestores de patrimonio, riqueza, activos...
En fin, seguiremos con la confianza de que el cacharrito nos siga manteniendo el tiempo suficiente hasta que ocurra el milagro y nos llueva un nuevo tubo de pasta, o cambiemos de calidad en nuestra tropa política y lleguen personas que de verdad quieran y sepan manejar un país.
Imagen de los euros de http://aenanoseprivatiza.blogspot.com
Sin embargo, llega un momento en que la cosa no da más de sí. El tubo se vacía y no sale más. Es estupendo el aprovechar el cacharrito para exprimir lo poco (o no tan poco) que nos quedaba escondido. El problema es cuando piensas que la pasta del tubo es infinita y que sólo es cuestión de ir aplicando mejoras a los cacharritos para poder continuar viendo manar indefinidamente pasta.
Pues bien, creo que éste es el problema (uno de tantos) de nuestros gobiernos. Tenemos una situación complicada (qué manera más fina de decir que estamos con el agua al cuello)
y lo único que hacen todas las mentes pensantes es averiguar cómo podemos exprimir más el tubo. Piensan que sólo es cuestión de apretar un poco más, darle una vueltecita extra, y con eso saldrá lo suficiente para tapar el agujero.
Como he comentado, está fenomenal apretarse el cinturón. Soy el primero que he tenido que vivir estos ajustes, tanto en el plano profesional como el personal. Y creo que hay que ser muy inconsciente para no entender que la cosa está mal y hay que recortar. Y que, de una u otra manera, el recorte nos afectará a todos y a nuestro bienestar. No entro ahora en la guerra de dónde y cuánto hay que recortar porque eso daría para un libro. Lo que no acabo de comprender es cómo pueden tener nuestros políticos (todos) ese cortoplacismo que no nos lleva más que a meternos más en el hoyo (y que nos ha traído adonde estamos).
Cuando uno tiene abierto un tubo de pasta de dientes, debe saber que, si lo usa, en algún momento se va a acabar. Y si nos hemos despistado y se nos echa encima sin avisar una crisis, está bien aplicar el ya manido cacharrito para aprovecharlo al máximo, pero a la vez hay que pensar en conseguir un nuevo tubo de pasta.
El que cuando llega una ayuda de un montón de millones de euros para paliar la crisis y se destinen a estupideces y no a generar fuentes de riqueza, el que no se invierta lo poco que haya en generar empresas, en crear personas preparadas y en conseguir, por qué no, ilusión (un gran activo) es el fruto de tener en el poder a un montón de técnicos y licenciados en cacharritos, pero no verdaderos gestores de patrimonio, riqueza, activos...
En fin, seguiremos con la confianza de que el cacharrito nos siga manteniendo el tiempo suficiente hasta que ocurra el milagro y nos llueva un nuevo tubo de pasta, o cambiemos de calidad en nuestra tropa política y lleguen personas que de verdad quieran y sepan manejar un país.
Imagen de los euros de http://aenanoseprivatiza.blogspot.com
Qué buena la entrada! Ojalá ese pensamiento se transmitiera a aquellos que solo piensan en como mantenerse pegados a su sillón a costa de lo que sea y de quienes sea, o sea, nosotros.
ResponderEliminar¡Gracias yoop! Pero será difícil despegarlos de ahí...
ResponderEliminarY PORQUE NO PONERSE A FABRICAR BILLETES Y REPARTIRLOS EN LA CALLE Y HACER LA VISTA GORGA TODO EL MUNDO PODRIA SER NOOOOOOOOOOOOOOOOO?¿
ResponderEliminarUn entrada muy buena, totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarun saludo