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Las jubilaciones y el estado de bienestar

Ya, tocar el tema de las pensiones y las jubilaciones es algo arriesgado. Se diga lo que se diga van a aparecer miles de detractores. Y con razón. Se supone que para un asalariado (más si está en un empleo que no le satisface) la única esperanza es la de que llegará un día en que no tendrá que trabajar más y podrá seguir cobrando: vivir de las rentas.


Está claro que en el camino existen otras alternativas (loterías varias, quinielas, posibles herencias o "braguetazos") que podrían acelerar este momento, pero para la mayoría no hay más esperanza que la de Papá Estado y las pensiones. Por eso digo que es normal que cuando se habla de que ese ansiado momento de repente se aleja un poco más, al aumentar la edad de jubilación, a muchos se les pongan los pelos de punta.

Y tampoco es éste el momento en que voy a disertar acerca de las múltiples opciones que existen (a montones) para que cualquier mortal, con ganas de emprender, cree una riqueza o un activo que le permita generar esos ingresos residuales porque en este momento me enfoco en el que es empleado por cuenta ajena y confía su futuro en el sistema de pensiones.

Sin embargo, lo cierto es que habría que reflexionar un poco. Por una parte, la esperanza media de vida ha aumentado muchísimo en los últimos años. España es, de hecho, uno de los países en donde supuestamente vivimos más: 83 años (15 más que hace medio siglo). Por ello, a priori no parece nada raro que la edad en que se considera que una persona puede dejar de ser productiva, o se ha ganado el derecho de serlo, también aumente, ¿no?

Si además estamos en una situación como la actual en que el paro está en los niveles tan tristes, hay tanto funcionario y un montón de subvenciones varias no sé cómo pretendemos que los números salgan y pretendamos que una persona que trabaja 40 años cobre sin trabajar otros 25. O quizás sí, pero cambiando algunas cosas.

Lo primero sería creérnoslo, pensar en grande, y decidir que una persona debería poder vivir la vida que quiere a partir de, por ejemplo, los 50 años. Vivimos en la cultura de la pobreza, y hablo de la pobreza mental: se promueve el pensar en pequeño y a corto plazo.

Está claro que esto no se conseguirá utilizando modelos obsoletos, porque lo lógico sería que en el siglo XXI ya fuéramos lo suficientemente productivos como para mantener un buen estilo de vida, que no hubiera pobreza, y trabajar sólo 3 ó 4 horas al día durante 20 años. ¿Suena utópico? A ver, pensemos en grande, y analicemos si hay cosas que se pueden mejorar. La teoría es sencilla: que el Estado gaste menos y produzca más, y que las personas seamos más productivas en menos tiempo. Ya hablé en otro post de la receta para salir de la crisis, pero básicamente es eso, gastar menos y generar más.

Pero lo que no podemos pretender en ningún caso es que mantengamos el mismo modelo productivo y laboral, que continúe aumentando la esperanza de vida y disminuyendo el número de personas productivas, y que se pueda sostener el sistema de pensiones. Y eso, por mucha huelga, manifestaciones o conversaciones de bar que tengamos, no hay quien lo salve. O realizamos un cambio profundo de los sistemas económicos y de las actitudes personales o nos limitamos a ir adaptando paulatinamente la edad de jubilación según lo hinchada que esté la bolsa de las pensiones y la esperanza de vida.

Así pues, al margen de que creo que cada uno deberíamos tomar las riendas y no esperar que el Gobierno nos solucione la vida, entendamos que con los números no se puede hacer magia (al menos no durante mucho tiempo ;) ) y si no entra dinero en la bolsa, no se puede sacar.

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