De repente, pof.
-
-
-
-
Así de sencillo, se acabó.
Y así será.
Cuando veo la pequeñez, la tremendísima minusculez, de nuestro planeta y, por ende, de toda la humanidad me pregunto cómo a veces podemos tener esa prepotencia de la que hacemos gala. El ser humano es un organismo que apareció en un momento dado dentro de la infinitud del Universo, y que desaparecerá en cualquier momento, sin grandes aspavientos, simplemente porque "toca", igual que apareció. Si miramos el movimiento molecular y atómico de cualquier cuerpo, en el que continuamente aparecen y desaparecen elementos, chocan, se unen se separan, cambian de posición,... no tenemos más que llevar este modelo a nuestro tamaño.
Para el Universo, la tierra es algo muchísimo más pequeño que para nosotros un átomo. Lo único que ocurre es que la velocidad a la que nosotros apreciamos que ocurren las cosas es "lenta", pero claro, eso es sólo una apreciación. Si viéramos los últimos millones de años a cámara súper rápida veríamos un jaleo de movimientos, de choques, de estrellas que se crean, de estrellas que desaparecen, de agujeros negros que se tragan galaxias enteras,... Visto a esa velocidad, lógicamente ni se apreciaría la existencia de la vida humana, sería un pequeño incidente con una duración infinitesimal que no afecta en nada al conjunto.
Y alguien puede pensar que esto es deprimente. No, esto es real y, al igual que la temporalidad de la vida, nos da sentido y valor. Es siendo así, tan corta la cosa, y aún desperdiciamos el tiempo, imagina si fuéramos inmortales: ¡qué aburrimiento!
El ver a la humanidad como un suceso sin importancia dentro de lo que significa el Universo nos sirve de cura de humildad y nos abre a aprender más y enseñar menos, a tener menos ansias dominadoras y evangelizadoras, a mostrar más interés en disfrutar cada momento, a intentar hacer un poco más felices a los que, casualmente, les ha tocado estar cerca de nosotros en este tránsito tan corto llamado vida.
Por tanto, qué feliz me encuentro por ser tan pequeño, tan limitado, ten efímero.
-
-
-
-
Así de sencillo, se acabó.
Y así será.
Cuando veo la pequeñez, la tremendísima minusculez, de nuestro planeta y, por ende, de toda la humanidad me pregunto cómo a veces podemos tener esa prepotencia de la que hacemos gala. El ser humano es un organismo que apareció en un momento dado dentro de la infinitud del Universo, y que desaparecerá en cualquier momento, sin grandes aspavientos, simplemente porque "toca", igual que apareció. Si miramos el movimiento molecular y atómico de cualquier cuerpo, en el que continuamente aparecen y desaparecen elementos, chocan, se unen se separan, cambian de posición,... no tenemos más que llevar este modelo a nuestro tamaño.
Para el Universo, la tierra es algo muchísimo más pequeño que para nosotros un átomo. Lo único que ocurre es que la velocidad a la que nosotros apreciamos que ocurren las cosas es "lenta", pero claro, eso es sólo una apreciación. Si viéramos los últimos millones de años a cámara súper rápida veríamos un jaleo de movimientos, de choques, de estrellas que se crean, de estrellas que desaparecen, de agujeros negros que se tragan galaxias enteras,... Visto a esa velocidad, lógicamente ni se apreciaría la existencia de la vida humana, sería un pequeño incidente con una duración infinitesimal que no afecta en nada al conjunto.
Y alguien puede pensar que esto es deprimente. No, esto es real y, al igual que la temporalidad de la vida, nos da sentido y valor. Es siendo así, tan corta la cosa, y aún desperdiciamos el tiempo, imagina si fuéramos inmortales: ¡qué aburrimiento!
El ver a la humanidad como un suceso sin importancia dentro de lo que significa el Universo nos sirve de cura de humildad y nos abre a aprender más y enseñar menos, a tener menos ansias dominadoras y evangelizadoras, a mostrar más interés en disfrutar cada momento, a intentar hacer un poco más felices a los que, casualmente, les ha tocado estar cerca de nosotros en este tránsito tan corto llamado vida.
Por tanto, qué feliz me encuentro por ser tan pequeño, tan limitado, ten efímero.
uff, qué profundo. Visto así da un poco de vértigo, pero es verdad que no somos na.
ResponderEliminar