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Mendicidad y Bienestar

Siempre me encuentro con sentimientos contrapuestos cuando veo a un mendigo. Por una parte me da pena, creo que es triste llegar a ese extremo de caer en la dejadez personal, en la falta de autoestima que te lleva a vivir de la caridad. Por otro lado creo que en muchos casos se trata simplemente de vagos que encuentran más fácil dejarse llevar y vivir del cuento que asumir la responsabilidad de tu vida y luchar por salir adelante.

Y ¿por qué hablo ahora de esto? Pues por dos inspiraciones tenida en los últimos días a través de sendas personas:

  1. Mi amigo Juanjo me comentó lo curioso que le parecía la "curva de la felicidad" de la que hacía gala un mendigo habitual del supermercado de su barrio. Es realmente llamativo ver cómo puede estar obesa una persona que vive de la caridad. Quizás sea exceso de caridad en la sangre ;-)
  2. El gran @tolmos tiene como afición llevar a diario comida a los mendigos y disfrutando de repartir un poco de felicidad a estas personas con tanto en contra. Un ejemplo de entrega y hacer en vez de decir
Dos visiones de una misma situación bien diferentes. O en realidad, dos situaciones diferentes. Es una pena no poder contar con un "carnet de mendigo" que lo posean sólo las personas que realmente por sus circunstancias no pueden valerse por sí mismas. No lo digo como burla, sino totalmente en serio.

En cualquier caso, soy de los que piensan que la limosna es una solución momentánea que hunde más en la miseria al receptor de ella, que hace más difícil que una persona que ha caído hasta el fondo tenga el estímulo para luchar por salir. Por eso, por norma, nunca doy limosna, salvo a personas a las que realmente les sería (casi) imposible salir del hoyo: ancianos o minusvalías extremas (éstas, con muchos reparos pues podría estar promoviendo las mutilaciones voluntarias...).

Lo cierto es que no por habernos acostumbrado a la imagen de personas durmiendo en la calle o pidiendo en semáforos, supermercados o iglesias quiere decir que sea algo asumible como normal. La mendicidad es una lacra que nos debería avergonzar a todos y que, por supuesto, no debería estar permitida por los gobiernos. Eso no quiere decir prohibirla, que ya es así, sino dar soluciones que hagan posible el automantenimiento y levantamiento de la vida de estas personas.

Comentarios

  1. Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día, enseñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida...

    Pero la gran mayoría de mendigos son gente que no solo ha sufrido mala suerte (o dejadez, o injusticias, o se lo curraron para caer...) sino que son presas de grave exclusión social, desequilibrios emocionales, psíquicos y físicos derivados de su estado. Hace unos años ví un documental de un ARQUITECTO caido en desgracia. Vivía en el pasadizo de la calle Bailén, bajo pza España. En el documental se mostraba como alguna administración (no recuerdo cual) le proporcionaba su lotería personalizada: un trabajo nuevo, y una casa de alquiler reducido, para rehacer su vida. A los seis meses o un año las cámaras volvieron para encontrar a la misma persona sin trabajo y compartiendo la casa con otros 8 mendigos del pasadizo (el los llamaba su familia), en un estado lamentable, incapaz de recuperar un pasado que no quería recuperarle a el.

    El angel de la guarda no se acordó que no solo de pescar y de pescado vive el hombre moderno.

    Al final del docu perdía la casa de nuevo. Volvía a la calle. A su autentica casa, como el decía.

    El carnet de mendigo, por cierto, podrías explicarlo un poco más. Porque así de repente no le encuentro mucha utilidad. ¿Lo pedirían los empleados de supermercado para ver quién tiene derecho a pelearse por los restos que dejamos los no-vagos? No lo digo como burla, sino totalmente en serio.

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  2. Estoy de acuerdo contigo. Creo que el caer a ese nivel es de las peores cosas que te pueden suceder y, lo peor, de la que debe de ser muy difícil salir. Creo nadie estamos a salvo de ello: la vida da muchas vueltas y puedes caer en una espiral que te lleve a vivir en la calle, y una vez ahí, sin autoestima ni ilusión, es complicado ver más allá.

    En cuanto a lo del carnet, no sé. Simplemente es que me gustaría poder distinguir a los que realmente están en ese pozo de los que tienen más morro que todo y han tomado el camino fácil, que es que los demás les solucionen la papeleta. Y eso por no hablar de las mafias organizadas...

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  3. es facil opinar cuando estamos sentados en nuestro sillon, pero es verdad que parece que a nosotros nunca nos va a tocar, y hay muchas personas de esos mendigos que hace unos años tenian vidas como las nuestras. Muy triste

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  4. Hola Juanra.
    Es una vergüenza mundial que exista a día de hoy este tipo de situaciones.Lo del carnet francamente no lo veo, más bien estoy contigo en que lo hay que hacer es terminar para siempre con estas situaciones.Si hay un factor común en todos ellos (en los mendigos),que es el problema de las drogodependencias.Yo, suelo ser blando a la hora de dar, lo que no permito es que se me imponga.
    Un abrazo.

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  5. No tengo nada claro este tema, primero porque creo que generalizar es malo, muy malo, y segundo porque estamos viviendo una crisis tan violenta, que provoca situaciones límite. Tienes hijos, te quedas sin trabajo, buscas, pero no encuentras, se te agotan tus ahorros, no tienes apoyo de tu entorno familiar, etc...¿Qué haces, robas o pides?...Pues eso...
    Un abrazo de un privilegiado.

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  6. Unwakeable, tienes razón. La droga es una losa que hace aún más difícil salir de ahí (y que es causa de llegar a ese punto muchas veces). En cuanto a ser blando, es fácil caer en la tentación. El problema es que creo que la limosna sin más hunde aún más a la persona y le quita más la autoestima. Yo siempre que puedo doy si alguien está tocando o actuando, porque eso es recompensa a un esfuerzo, pero sin más, no.
    Anónimo: ciertamente nadie sabemos cuándo podemos ser nosotros. La vida da muchas vueltas y torres más altas han caído. Recuerdo hace años un reportaje donde personas normales contaban cómo por las circunstancias habían acabado durmiendo en la calle y cómo a partir de unos días ya se habían hecho a esa nueva situación y perdido las ganas de salir de ahí. Realmente, somos privilegiados.

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