¿Alguna vez, por muy fuerte que grites, te ha molestado el volumen de tu propia voz? No, eso no ocurre. Nuestros gritos no nos molestan, aunque al resto le estén sacando de quicio.
¿Y esto a que viene? Pues que lo mismo que ocurre con nuestros gritos ocurre con el resto de nuestras características. No siempre coincide la visión de nosotros mismos que tenemos nosotros con la que tiene el resto de la gente. Para nosotros, nunca nos ponemos pesados, nunca somos molestos, nunca somos sosos, nunca estamos obcecados en una discusión, ...
Pero deberíamos, deberíamos, al menos de vez en cuando, ver si somos objetivos al valorarnos. Esto no significa que tengamos que estar siempre intentando agradar al resto, sino que es bueno salirse de nuestro campo de visión y vernos desde fuera. Luego, si lo que vemos nos gusta, pues adelante, independientemente de que al resto le guste.
Como frase, poco elegante, que resume esto: "Los cerdos no saben que huelen mal".
¿Y esto a que viene? Pues que lo mismo que ocurre con nuestros gritos ocurre con el resto de nuestras características. No siempre coincide la visión de nosotros mismos que tenemos nosotros con la que tiene el resto de la gente. Para nosotros, nunca nos ponemos pesados, nunca somos molestos, nunca somos sosos, nunca estamos obcecados en una discusión, ...
Pero deberíamos, deberíamos, al menos de vez en cuando, ver si somos objetivos al valorarnos. Esto no significa que tengamos que estar siempre intentando agradar al resto, sino que es bueno salirse de nuestro campo de visión y vernos desde fuera. Luego, si lo que vemos nos gusta, pues adelante, independientemente de que al resto le guste.
Como frase, poco elegante, que resume esto: "Los cerdos no saben que huelen mal".
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